03.Mayo.03
Brecha generacional

Sigo sin entender a mi madre.

Hablar con ella es como andar descalza sobre vidrios rotos: sabes que saldrás herido pero la curiosidad de que esa minúsucla esperanza de salir ileso se cumpla te empuja a intentarlo.

El tema de hoy ha sido mi recámara. Si son observadores se habrán dado cuenta de que la he llamado "mi" recámara. Yo entiendo que es propiedad innegable de su servidora. Mi madre no.

Esta mañana entró a mis aposentos, frunció la nariz y dijo sin el menor tacto ni delicadeza:

"Esto es un cochinero"

Sí, un cochinero; un lugar en el que retozan los cerdos. La frase encerraba una comparativa en la que no salí bien librada. Para mi madre soy una cerda.

Solo porque en mi escritorio hay cucharas con las que he comido mis sopas instantáneas o porque bajo la cama hay latas de refresco o detrás de la puerta calcetas de todos colores me considera una desobligada.

Es cierto eso de la brecha generacional. Los adultos adultos no entienden a los adultos jóvenes.

El que tenga todos esos enseres en mi recámara no me convierte en una cerda. He creado el Feng Shui alternativo.

Alexxandra