27.Jun.03
El final
Zelig

Nunca me he arrepentido de mis actos. Vaya, ni siquiera me pasa por la mente (mucho menos por el corazón) la idea del remordimiento.

Alguien debía hacerlo y era yo. Traté de hacerlo bien, sin aspavientos.

Quitarle la vida a una persona no es cosa fácil. Yo tenía el toque especial.

Viejo y cansado, he sido relegado de mi función y debo adoptar el rol de víctima.

Mi tiempo se cumplió y estoy listo para enfrentar mi destino.

Mierda. ¿A quién se le ocurrió designar a un sádico hijo de puta como el nuevo Hombre de la Guadaña?