24.Abr.03
El día del asesino

La puntualidad de su invitado le agradó sobremanera: las once cincuenta de la noche, ni un minuto más, ni uno menos.

El recién llegado había estudiado cuidadosamente los casos. Los jueves de ese mes de Abril invariablemente había muerto alguien dentro de esa posada, en las orillas de la ciudad. Estaba seguro de que encontraría al culpable.

El dueño del lugar señalaba las habitaciones en que habían ocurrido los crímenes. La número 3, la 10 y la marcada con el 17.

El investigador, inteligente y perspicaz, determinó que se trataba de un patrón. Aquellos terribles asesinatos seguían de manera escrupulosa un camino que él se encargaría de recorrer hasta el final.

Abrió el encargado de la posada el 22. Limpio y sin rastros de haber sido ocupado en las últimas semanas, como la gran mayoría de las haitaciones. El investigador se sumía en la duda y comenzaba a desesperar por no encontrar una sola pista que le ayudara a resolver el enigma.

El asesino debió haber cometido un error, un descuido, algo. Pero todo estaba en su lugar en el 23.

Abrieron el siguiente cuarto, el 24, y como un rayo la respuesta llegó a su cabeza. Tarde. Al voltear solo alcanzó a ver al posadero levantar la daga mientras le decía "Feliz 24 de Abril, amigo mío".

Zelig