06.May.03
Agnes

Desde niña se guardó sus sentimientos y la inexpresión se convirtió en su eterna acompañante.

No lloró cuando le separaban de sus padres para ir a la escuela ni se alegró cuando regresaba a casa; no derramó una lágrima cuando murió la abuela ni cuando se perdió el perro.

Pasa el tiempo y nadie le ha visto sonreír. Sigue guardando lo que siente aunque no sabe para qué.

Ya lo averiguará después.

Se casa porque es lo común y tiene hijos que educa para evitar esas tediosas pláticas para padres inmaduros.

Agnes ha visto morir a su esposo y casarse a sus hijos; irse de casa para no regresar. Llevan en su maleta una bendicion que no es sincera y un "vuelvan pronto" hueco y sin alma.

La gente se ha alejado de esa mujer que no expresa sentimientos; las mascotas han huído en busca del calor de hogar.

Un buen día abre el armario donde ha guardado todas esas sensaciones y le caen encima, tirándola en el suelo. Las penas pesan demasiado, las risas le roban el aliento, las lagrimas entran por la nariz y le revientan los pulmones.

Agnes ha muerto. El legista dice que fue muerte natural.

Después de todo, es muy natural que muera el que nunca ha sentido la vida.

Zelig